Una mosca ignorante de asepsias viene a posarse sobre la mano yerta, manchada del sepia del methiolate. Sus alas transparentes surcadas por negras nervaduras de filigrana dejan ver el lomo azul al que se superponen; con repentinos movimientos repetidos se restriega las patas, mueve su cabeza ocupada casi completamente por ávidos ojos, ojos muy extraños.... ojos de cuatro mil facetas.
Y en la pesadez penumbrosa de la semi conciencia la pregunta que alguna vez leyó irrumpe sobresaltando: ¿Qué ve una mosca? ¿Ve cuatro mil verdades o una verdad partida en cuatro mil pedazos?
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1 comentario:
sin palabras para pensarlo con deenimiento
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